martes, 27 de octubre de 2009

Una desconocida salva a una mujer tras advertirle que sufría un tumor

Operada con éxito, ahora busca a su ángel de la guarda para agradecérselo.

El azar quiso que Montse Ventura concidiera en en el autobús con una mujer experta en tumores de hipófisis -que provocan enfermedades raras y afectan al crecimiento de los tejidos- que se atrevió a aconsejarle que se hiciera un análisis. "Debía saber mucho, porque los endocrinólogos que luego consulté reconocieron que los signos que ella detectó en mí eran muy sutiles, casi imperceptibles", asegura Montse Ventura.

Ella, junto a un grupo de jubilados, volvía de ver el museo de Pedralbes. Montse notó cómo esa mujer no le quitaba ojo, hasta que se le acercó y le pidió hablar aparte. "Me pidió perdón por lo que me iba a decir y me contó que me había estado observando y que tendría que hacerme una analítica. Sacó un papel y anotó dos cosas: hormona de crecimiento y somatomedina-C. "Aún estás a tiempo", me dijo. "Le pregunté qué me había visto y me contó que había tenido dos casos en su consulta con los mismos signos que yo, pero que en mí estaban aún poco desarrollados. Me señaló el labio inferior más grande, la nariz, las manos, me preguntó si había cambiado de tamaño el calzado y mis dientes separados. Estaba tan sorprendida que no le pregunté su nombre y ya bajaba en la siguiente parada".

Un mes después pidió que le incluyeran ambos conceptos en la analítica de la revisión ginecológica anual. Todo bien, salvo los dos extras. Su hormona de crecimiento triplicaba la actividad normal. Su ginecólogo le confesó que no sabía interpretarlo y empezó un peregrinaje por endocrinólogos y por internet. Por fin, una resonancia localizó un pequeño tumor de 7 mm en una glándula de apenas un centímetro de altura. "Era muy pequeño, pero estaba mal colocado, en la cavidad cavernosa, por donde pasan mil nervios y junto a la carótida. Así que cuando decidí en las manos de qué neurocirujano me ponía, este me dijo que me operaban ya, sin demora, porque había riesgos". Si esperaban, podía provocarle una hemorragia dentro del cerebro o ceguera. Estos tumores benignos se suelen detectar muy avanzados, cuando ya inciden en el corazón o los riñones. La hipófisis regula una larga lista de glándulas y fabrica la hormona del crecimiento y cuando un tumor la altera, suministra mucho más de lo necesario y agranda toda clase de tejidos. Cuando da la cara, a menudo las lesiones son irreversibles. Esta vez no.

Extracto de un artículo publicado por A. McPerson y A. Francis
en La Vanguardia | Barcelona | 27/10/2009

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